martes, 10 de noviembre de 2009

poemas heridos 2.

he sentido el desapego de muchas maneras
en los te quiero que perdí, hace muchos siglos,
en los besos que ahora mendigo, como leproso perdido,
en los vasos que parecen cada vez mas lejanos
en la tos que carcome mi alma, en esas palabras que ya no están
que parecen perderse entre los murmullos de la ciudad
que son para cualquiera que las quiera escuchar, pero
cuando al hablar de lo que es mi voluntad, parecen lluvia en el desierto
una irrisoria ilusión que no va a llegar.

he sentido que mi vida da tumbos,
cada vez que caigo en cuenta que lagrimas discurren por mis ojos,
cuando escucho esas voces, heridas buscar mi cabeza cual anhelo
las veces que buscan en mi la razón de su desdicha,
cuando al ver mi dinero me siento incapaz de regalarlo todo sin importarme nada.
cuando la pena me angustia al no saber que regalar, o tener que escuchar
que conmigo nada va a cambiar.

he sentido el dolor, al verme caminar dejando a gente ante mis ojos morir,
desprecio por la vida que tengo al no poder acabar con el dolor del que sufre sin parar,
mi sangre hervir, al verme inerte ante un llanto, ante un silencio, ante un miedo de verdad,
he sentido la furia del mar, al hacerme regresar las veces que le pedí que no me dejara volver,
siento el temor de saber que esto para mi aun tiene muchas lunas mas.

Y es que al final cual condenado errante por el mundo girare,
no tengo nada importante que perder,
mi corazón lo obsequie a alguien que busca su pena y su odio terminar,
mi mente, inmersa en mundos extraños ya no esta mas.
Porque para no faltar a la verdad, ya no creo en la magia de las estrellas.
Creo en la magia de mis manos que le roban el dolor a la noche,
porque al final, cuando me toque volver a entregar mi espada, mi escudo y mi cabeza
espero que en el fondo de mi alma, yo mismo al tipo que fui pueda perdonar
para así algún día pensar, que el día que decidí ser solo esto, fue el día
en que me dedique a creer de verdad, que la vida esta hecha para disfrutar.

y escribo esto convencido de que el tiro que recorre el aire, en mi corazón no va a acabar.

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