martes, 10 de noviembre de 2009

poemas heridos

dude en dibujar cada momento que he vivido,
desde el día que el mar y la resaca del llanto invadieron mi alma,
pensé que era mejor, dejar pasar el tiempo,
antes de colocarme en el paredón de mis inseguridades,
enfrentar el frío de la lejanía de esa paz que aunque inestable, era mía.

Veía en medio de mis manos, las cenizas de la vida cotidiana que rodeaba mi ser,
me rehuía a observar el padecer que a mi alrededor, abunda en los rostros de tísicos
que con la lagrima extendida, buscan palear el tormento de vivir sin sentir.

Y recordaba esos amaneceres, entre la locura y el paroxismo del alcohol
construyendo con tenues lineas castillos en mis manos, momentos apartados
apostrofes, síntomas de languidez, del mas puro pesar.

Pues aunque no quiero volver a recordar algunos momentos
siento que naufrago moribundo vuelven las olas con su vaiven mortal a apoderarse
del cuerpo inerte que conservo ante mis ojos. Y mi espiritu solo espera volver a ver


que desde la orilla lejana, con los pies llenos de arena,
se desprenden bocanadas de ese humo que sin mayor
interés que el de volar, me lleve a ese lugar frente al mar.


y dejar de anhelar.

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